Algunos investigadores como Michael E. Echols, Ph.D., vicepresidente ejecutivo del Laboratorio de Capital Humano de la Universidad de Bellevue, sostienen que el aprendizaje social y el aprendizaje colaborativo tratan de lo mismo. Echols define al aprendizaje colaborativo como “un modelo basado en la idea de que el conocimiento puede crearse a través de la interacción y la colaboración de individuos. Está motivado por la necesidad de información y la responsabilidad de los agentes involucrados para ayudarse mutuamente”.
Por su parte, Harold Jarche, director de educación del Atlantic Wildlife Institute, instructor del iSchool Institute (Facultad de Informática, Universidad de Toronto) y director de la Internet Time Alliance, no solo diferencia estos conceptos sino que asegura que para que efectivamente tenga lugar el aprendizaje colaborativo primero debe instalarse una cultura de aprendizaje social en la organización. Tomando como punto de partida la teoría de aprendizaje social de Bandura, quien enfatiza la importancia de observar y copiar comportamientos, actitudes y reacciones emocionales de otros, Jarche afirma que nuestras redes sociales tienen una importancia significativa en nuestro comportamiento.
Según Hatcher, “llamar aprendizaje colaborativo al aprendizaje social sería restarle importancia al hecho de que todo aprendizaje tiene lugar en un contexto social”. Tendría sentido entonces suponer que todo comienza en lo social, en nuestra capacidad para establecer relaciones con los demás con el objetivo de trabajar colaborativamente, compartir el conocimiento y así, seguir aprendiendo.
Figura 1. Un modelo de integración para el aprendizaje social y colaborativo (Villar, 2011).
Teniendo en cuenta la velocidad con la que cambian los negocios, se reestructuran las organizaciones y se renuevan los recursos humanos, el aprendizaje social y el aprendizaje colaborativo resultan vitales. En una primera instancia como un vínculo entre individuos que permite nutrirse de ideas y experiencias positivas para, luego, trabajar conjuntamente hacia la consecución de un fin común. Esta es la única manera de mantenerse actualizado y utilizar todo el conocimiento en bien de la organización.
Fuentes
Couros, A. (2007). Social Learning: Pedagogy for the Connected Age. (En español, Aprendizaje social: Pedagogía para una era conectada) [En línea]. Documento disponible en: http://www.slideshare.net/courosa/social-learning
Couros, A. (2011). Digital literacies and emerging technologies. (En español, conocimientos digitales y tecnologías emergentes) [En línea]. Documento disponible en: http://couros.wikispaces.com/emerging+technologies
E-Learning, b-Learning y ahora, ¿m-Learning? En artículos anteriores hemos hablado en detalle de las dos primeras modalidades, se han comentado sus características y se han discutido sus ventajas y desventajas. Ahora es el turno de una revolución tecno-educativa que se las trae: el m-Learning.
Una de las críticas más frecuentes que recibe el e-learning tiene que ver con la falta de un sustento teórico sólido. A fin de desarrollar una teoría para la tecnología educativa y darle un marco conceptual a las prácticas de e-learning, algunos investigadores comenzaron a acuñar, hace algunos años, una nueva propuesta que integra contenido, pedagogía y tecnología. En este artículo, presentamos los puntos más importantes del Conocimiento de Contenido Pedagógico Tecnológico (CCPT).